Sus hijos, nietos y biznietos celebraron en una emotiva comida familiar “sus ganas de seguir viviendo”

DURANGO | 99 vueltas al sol. La durangarra Nati Monsalve celebró el pasado 12 de marzo su casi centenaria vida y lo hizo acompañada de toda su familia; sus hijas Divina y Asun, su hijo Alfredo y sus cinco nietos y siete biznietos. “De mi ama destaco las ganas de vivir que tiene. La ilusión que tiene por todo y lo buena gente que es. La edad no perdona y tiene sus limitaciones y tenemos que ayudarle en todo, pero pone todo de su parte. Contagia las ganas de vivir y tiene una especial ilusión por llegar a los 100”, relata con cariño su hijo Alfredo Brazales.
Nacida en Medina del Campo (Valladolid) el 12 de marzo de 1924, los avatares de la vida le trajeron a Euskadi y aquí conoció a su compañero de vida, su marido Alfredo. “Mi aita que se llamaba como yo era de Valdepeñas, pero se conocieron Ondarroa. Mi ama trabajaba en un bar y mi aita por aquel entonces trabajaba en la construcción. Se casaron, vinieron a vivir a Durango y fue cuando mi aita decidió dejar la construcción y empezó a trabajar en Fundiciones Estancona para poder formar una familia. Nunca nos ha faltado de nada, nos lo han dado todo y el vínculo tan especial que tenían es inexplicable. Siempre estaban juntos, se iban de viaje con el Imserso, de vacaciones con mi hermana mayor y con los nietos, hasta que mi aita nos dejó en agosto del 2020”, recuerda el mediano de los tres hermanos añadiendo que “pensábamos que la muerte de aita le iba a afectar mucho, pero entendió que era mayor y que se tenía que marchar y eso que mi aita era 6 años más joven, pero para ella todos son mayores menos ella”, bromea Alfredo.

CELEBRACIÓN En una emotiva comida familiar en la que se reunió toda la familia, el domingo 12 de marzo, el momento de la tarta fue uno de los más especiales, tanto que todo el restaurante se sumó a cantar el 99 cumple años feliz, también la alcaldesa, Ima Garrastatxu, amiga de la familia, que no dudó en pasar a felicitarle.
Pese a la edad y su elevada dependencia, Nati o “la duranguesa de Medina del Campo” como le dice su hijo, ha demostrado ser toda una superviviente. “Hace unos cinco o seis años fue capaz de superar un ictus y una embolia cerebral. Estuvo un año prácticamente postrada en la cama, no conocía a nadie y no pintaba bien, pero se recuperó”. Tras ello, tocó hacer frente a una pandemia y un confinamiento que sobrellevó “sin darse cuenta”, pasar el covid sin grandes síntomas hace menos de un año y ahora disfruta del día a día. “Está en silla de ruedas y hay que ayudarle en todo, pero está deseando salir a la calle por las tardes para ir a los jubilados y jugar a las cartas. Está en su salsa y tiene una vida muy especial. No es porque sea mi ama, pero es que es la mejor, lo es todo”, resume Alfredo.