IRITZIA | Ponerme a escribir sobre el Athletic hace que se salte un relé que activa el modo zurigorri, y es que para muchos el Athletic siempre nos ha movido emocionalmente, por lo que deduzco que en el caso de los aficionados zurigorris ese relé está más cerca del corazón de lo que lo está en el caso de casi cualquier otro aficionado de otro equipo del mundo (sin menospreciar a nadie, nosotros somos únicos). Ese modo zurigorri lleva tiempo haciéndome sentir rabia, o incluso odio, odio al futbol moderno, en el que parece ser que el poder del dinero prevalece sobre casi cualquier cosa, en el que «más tienes, más ganas» puede hacer campeón a un equipo comprado por un jeque, un equipo puede cambiar más de media plantilla de un año para otro, con la perdida de identificación que eso puede suponer, o un fondo de inversión puede determinar la dirección que debe tomar un club.

Ese futbol moderno afecta sobremanera a las distintas competiciones, y acrecenta la distancia entre unos y otros, y aunque a nivel institucional puede parecer que no afecta a nuestro club (y poco me importa lo que hagan los demás), si que es cierto que creo que cada vez nos influye más a la masa social en ciertos pensamientos o ideas que se están enraizando, y que hacen que en ocasiones nosotros también estemos viendo al Athletic como una gran empresa (ojo, soy consciente que así es, pero para el que está en la directiva, yo soy aficionado).

Ahora en el Athletic los contratos y salarios se han convertido en cuestión de estado, la necesidad de conseguir unos objetivos deportivos para equilibrar balances económicos es expuesto en rueda de prensa y juzgamos en exceso a los jugadores por el número de ceros de su contrato mientras pedimos la renovación si o si de las jóvenes promesas a base de chequera.

Yo no quiero eso para mi Athletic, porque yo he sido tan del Athletic como lo soy ahora cuando más canutas las hemos pasado, y hasta en los peores momentos he sentido admiración y respeto por los jugadores que ME REPRESENTABAN, a mi y al resto de los que creemos en nuestra filosofía.

Es por todo esto por lo que veo con naturalidad y cierta tranquilidad la no renovación de Iñigo Martínez (aunque pueda estar más o menos contento con como se hacen las cosas), y no quiero pensar en exceso en la renovación del resto que acaban contrato, porque quizás a veces endiosamos a jugadores que es probable no lo merezcan, y no somos capaces de valorar en su medida a los que alejados de ese futbol moderno de contratos con muchos ceros sienten nuestros colores como los puedo sentir yo. !Yo confío plenamente en Lezama!

Esta claro que todos soñamos con un Athletic campeón en el que los jugadores no se quedan por la cuantía de sus contratos o los títulos, sino por lo que supone en sus vidas no ser un numero en otro equipo, sino un ídolo en este. Esta claro que a todos nos gustaría que todos los años alcanzásemos metas deportivas exigentes, pero no es menos cierto que nosotros somos especiales, y que en este futbol moderno somos «un oasis en el desierto», y a pesar de ello los últimos años hemos conseguido cosas importantes (Supercopas) y hemos estado cerca de esa deseada Copa, y no creo que mi postura deba entenderse como un cierto conformismo, porque siempre he tenido fe ciega en el Athletic, pero entiendo la dificultad de lo que hacemos.

En resumen, independientemente de objetivos, de contratos, de renovaciones, de Negreiras o palancas, de competir por Europa o quedarnos con la miel en los labios, lo más importante es que a nadie se olvide de lo que somos y porque elegimos ser así, y que si el fútbol moderno va en una dirección los del Athletic nos meteremos en esa autopista sin importarnos ir en dirección contraria, porque además estoy convencido que eso nos fortalece y debe ser la semilla de cultivo para los que vienen por detrás (jugadores y afición).