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La cenas del Ramadán en la plaza del mercado de Durango llegan a su fin

La durangarra Fátima ha llevado a cabo una iniciativa solidaria, con sabor agridulce, dando de comer durante un mes a musulmanes y personas sin recursos

Imagen de la cena del pasado miércoles en la plaza del mercado

DURANGO | El Ramadán llega a su fin, han sido 30 días donde los musulmanes que viven en Durango también han llevado a cabo el mes de ayuno, oración, reflexión y comunidad. Los ayunos van desde el amanecer hasta el ocaso, a excepción de personas adultas con enfermedad crónica, que estén viajando, embarazadas, en periodo de lactancia, diabéticas. menstruación. La primera comida debe darse antes del amanecer y es denominada suhur y el festín nocturno denominado Iftar.

Treinta días que en el caso de Durango y por primera vez este año se han reunido todas las noche en la plaza del mercado. Una iniciativa que emprendió Fátima Kaldoun que lleva 24 viviendo en Durango y que durante 30 noches ha estado preparando manjares marroquís para un decena o incluso 15 personas que acudían a la cita diaria. Pendiente de la hora, cuando las agujas del reloj marcaron el miércoles las 20:57 horas lo comensales comenzaron a cenar. En sus caras se podía ver el hambre que tenían tras el ayuno diario. Encima de la mesa una exquisita sopa preparada por Fátima, leche, zumos y dátiles entre otros platos.

«Poco amable»

Pero hoy llega a su fin, pero con la intención de retomar la iniciativa el año que viene. Todo surgió cuando Fátima pensó impulsar estas cenas para ayudar, no solo a musulmanes, sino también a otras personas con falta de recursos de nuestro entorno. Todos los días, sobre las ocho y media, jóvenes de entre 21 y 26 años y no tan jóvenes de 40 para arriba, aguardaban el momento para entrar en la plaza del mercado y sentarse en la mesa de madera que Fátima con mucho cariño había preparado. Aunque todo hubiera sido más agradable si hubiera contado con más ayuda institucional. Fátima lamenta la poca ayuda que ha tenido durante este mes, cuando han tenido que cenar casi a oscuras cuando se apagaban las luces de la plaza del mercado o cuando no han tenido acceso a los baños. Cuestiones que le han apenado a Fátima por el trato “poco amable” que ha recibido del Ayuntamiento de Durango. Aún así ella mantiene la ilusión de seguir el año que viene, a pesar de encontrarse muy cansada por el trajín que ha supuesto preparar cena para tantas personas y durante todos días. “Cuando me dieron el permiso me dijeron que dentro no se podía cocinar, ni tampoco poner música, ni ensuciar y hemos sido muy muy cuidadosos, pero me hubiera gustado haber recibido más cariño desde el Ayuntamiento”, reprocha Fátima.

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