David Salinas-Armendariz, socio compromisario y contertulio de EUP!

IRITZIA | El viernes los athleticzales nos amanecimos con la noticia de la renovación de Ernesto Valverde como entrenador del Athletic para la próxima temporada. La puesta en escena del anuncio podría haber sido acorde con el día carnavalero, y que el presidente Jon Uriarte hubiera comparecido con gorrita y chaleco, como Brian Johnson, y el entrenador vestido de colegial a lo Angus Young, a los acordes del “For those about to rock, we salute you” de AC/DC. El rock and roll ha venido para quedarse al menos un tiempo más entre nosotros.
Lo dijimos y lo escribimos en su momento. La vuelta de Txingurri al banquillo rojiblanco era todo un seguro de vida. Era poner al equipo en buenas manos, en las de un entrenador de contrastada valía y experiencia. Y 100% Athletic. El desarrollo de esta primera temporada de su nueva etapa lo está confirmando. La tercera parte de El Padrino, observábamos, no tenía que desmerecer a las anteriores. Lo seguimos suscribiendo.
Alguien dirá que todavía no están confirmados los objetivos deportivos solemnemente declarados por el club, que se concretan en volver, cinco cursos después, a Europa, algo para lo que Valverde ha aportado solvencia y garantía históricas. Lo cierto es que el Athletic está en la pelea, nunca fácil porque nos batimos contra equipos con amplios presupuestos y plantillas selectas. Estamos en esa pomada. Y la séptima plaza casi seguro que volverá a tener premio.
El otro objetivo, el volver a luchar por la Copa, también está ahí, a tiro de dos partidos. Llegar, una vez más, a la antesala de la final ya es un logro en sí, pero faltaríamos a la verdad si no reconociéramos, con todo el respeto a nuestro rival, que unas semifinales contra Osasuna con vuelta en San Mamés apuntan a la cuasi obligación que se nos presenta de desembarcar en una nueva final. No va a ser fácil ante el bravo equipo de Jagoba Arrasate, pero no se puede fallar. Nos espera al fondo, otra vez, Sevilla, y allí una nueva ocasión de tocar la gloria. Vayamos, no obstante, por partes, porque para ir al Sur hay que pasar por Iruñea, y antes de recalar en el Viejo Reino solventar compromisos ligueros para continuar en la fundamental lucha europea.
La renovación querida por las partes es poner un sello por triplicado a la confianza. El del Athletic a un entrenador top y de la casa, que sabe lo que es la alta competición y que conoce el producto propio, porque él mismo lo ha sido. El sello de Valverde a seguir en el club de sus amores, cotizado como sin duda está en el mundo del fútbol, pero que aprecia el proyecto singular zurigorri, donde quiere dejar una huella aún más profunda. Y el visto bueno general de la afición, que mayoritariamente respira tranquilidad e ilusión sabiendo que el timón del equipo lo lleva él. Ernesto es Athletic, como le saludó la directiva que le ha traído de nuevo a casa, y que le ha dado el mando de la nave.
Con la voz cantante de Valverde, tenemos un grupo bien afinado, de base rítmica sólida y guitarras solistas de pedigrí, cuya continuidad, por cierto, también habrá que asegurar. Y, por supuesto, en una Catedral dispuesta a seguir coreando una música que nos suena bien. Pues eso, que larga vida al rock and roll.